martes, 13 de mayo de 2008
Los Goliardos
En la Baja Edad Media, el clérigo tenía una imagen agigantada de sí mismo, ya que el latín era una lengua que servia como elemento primordial de internacionalización, y él, como estudioso y poseedor único de la cultura latina y las sagradas escrituras, tenía acceso a la poesía y la ciencia. Los goliardos eran auténticos intelectuales, hombres cultos que criticaban con su vida y obra, todo lo que no estaba conforme a la verdadera naturaleza humana. Y no eran herejes, sino anticlericales y por ello se les consideró como elementos peligrosos para el poder de la iglesia, por lo que fueron muy perseguidos y quemados sus textos. Se auto nombraron Goliardos por que afirmaban descender del gigante Golias, emparentado con el Goliat bíblico y presentaron dos rasgos comunes: 1. La pobreza, no como un voto religioso, sino como una molesta realidad. 2. La marginación, pues la mayoría no fueron clérigos privilegiados, aposentados en conventos o abadías, con bibliotecas y costumbres confortables sino que vivieron al margen de trovadores (los cuales cantaban las hazañas de héroes y ejércitos en los salones reales aristocráticos) y de los juglares, (que participaban del mundo del bajo pueblo, viajando de villa en villa.). Se podría ver en ellos a una casta de intelectuales nefastos o terribles, que encarneció todo, que cuestionaron todo y que gustaban de entregarse, en su miseria errabunda, a la sensualidad y a la embriaguez, al canto de taberna. Los goliardos vivieron como su poesía, una expresión libre, que utilizaba la misma lengua que los letrados, que suponía su misma preparación, pero que se apartaba de las metáforas clásicas y entonaba con rima exorcismos, peticiones de limosna, reflexiones sobre el destino del hombre y entonaban también rimas a la alegría, a la euforia por la embriaguez y el vino, sobre lo bello, lo bueno, lo sagrado y lo profano. Su poesía muestra un aparente desaliño y frivolidad pero al penetrar en el concepto de sus poemas se descubre un profundo conocimiento del hombre así como una fuerte actitud crítica. El goliardo plazma sobretodo un carácter de libertad y plenitud, al mismo tiempo que aprecia a la fortuna como lo más cercano a su propia inconstante vida, ya que el mundo mismo sólo se rinde a los pies de ella (realeza, dinero, amor y juventud.). La Libertad es de aquellos que han abatido toda regla, todo límite, toda buena manera o candado intelectual, moral o social. Estos seres se reconocen de la misma naturaleza de la fortuna y se convierten en los hijos escogidos de esta verdad. Los goliardos tratan de proponer cierta constante en la vida: la conciencia de la propia inconstancia humana. . Criticaron, además de los valores morales, a los órdenes sociales y políticos, pues en sus escritos se iguala a los reyes con la condición humana, que la fortuna eleva o abate. Asimismo, criticaron la organización eclesiástica, pero no con un afán destructor. A pesar de la vida sensual y disipada de las tabernas (contraparte de la vida eclesiástica), vislumbraban una virtud de dignidad humana: la nobleza. "La nobleza del hombre es la mente, imagen de lo divino", decíanEl espíritu Goliardo, auque fue de ruptura en su inicio, se convertiría en una tradición que avanzaría incontenible hacia el Arcipreste de Hita y se fusionaría con la nueva elegancia del Renacimiento y llegaría a los cofrades, en su misma lengua, porque lo sagrado y lo profano eran propiedad de un mismo grupo: el de los verdaderos letrados. Sordos a la poesía heroica, a las guerras de los reyes y caudillos, apartados de las salas señoriales y principescas, fuera de las bibliotecas y reposadas cámaras del alto clero, al margen de la proliferación de poemas en lenguas vulgares, de reinterpretaciones de poemas clásicos en lengua vulgar y demás cantares, al margen de todo, estos monjes crean su propia orden: la Orden de los Errantes, (Cum in orbem universum.). Vestidos con raídos sayales se volcaron antes que los Minnesinger hacia la rima, al amor puro y sensual, hacia la libertad jocunda y sensual de cantar. Maestros vivaces y decididos a conquistar la vida, los Goliardos fueron los primeros poetas que desde la baja edad media, tendieron sus manos hacia la irrefrenable vida real, desde donde aún los escuchamos.
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